Quizá corran tiempos extraños, quizá el viento ha comenzado a soplar en otra dirección indicando lo que tiene y no cabida hoy en día. Puede que todo esto tenga que ver con ese bar que hace no mucho decidió cerrar para tomarse unas pequeñas vacaciones.
Las jarras de cerveza helada abarrotaban las enormes cámaras, los parroquianos llenaban la barra con sus historias y anécdotas que hacían de cada relato una aventura. Las voces de los más veteranos transmitían la sabiduría y la experiencia que a lo largo de los años nos va susurrando la vida. Los más jóvenes hacían gala de esa gran alegría y dinamismo propia de los más infantes. Sus risas podían llegar a convertirse en el estimulante más potente que se podía encontrar.
Sin embargo, por todos es sabido que la vida nunca ha sido una interminable línea recta, sus increíbles subidas y sus pronunciadas caídas también tienen hueco en nuestra historia. De repente, un día, sin previo aviso, quizá por la presión del momento o por las circunstancias que nos abordan, el bar se vio obligado a cerrar. Tras mucho tiempo tras la barra llegaba el momento de tomarse unas vacaciones que sólo el tiempo sabe cuanto durarían.
Y ahora, que tras tanto tiempo en el ajo me veo fuera de la barra, todas las situaciones se me hacen extrañas. Las cosas son muy diferentes a cómo eran. Me he convertido en uno más de esos parroquianos que cuentan su historia y buscan un trago. Puede que ese público ya no sea la vital fuente de mis ingresos pero eso no significa que carezcan de importancia. Se trata de gente con la que he compartido mis momentos y con la que, a partir de ahora, andaré el camino. Nos vemos a la vuelta.
Porque pase lo que pase estoy aquí...
"Si todo el mundo es periodista, ¿qué es el periodismo?"
Ignacio Ramonet
lunes, 22 de marzo de 2010
lunes, 8 de marzo de 2010
Legend
En la mismísima Puerta del Infierno, Dante se encuentra con el espíritu de Virgilio, su guía en el más allá, el 7 de Abril de 1300. En la Puerta, un cartel avisa: "Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza".
Tras ella, los condenados son conducidos al averno a través del río Aqueronte por el anciano barquero Caronte, que no admite a Dante, ya que se trata de un hombre vivo. Virgilio le convence aduciendo: Así se quiere allí donde se puede lo que se quiere", alusión a que el viaje tiene beneplácito divino.
Una vez dentro, Dante descubre que el Infierno está formado por 9 círculos concéntricos donde los condenados sufren castigos en consonancia con los pecados cometidos durante su vida terrenal. Según descendemos, las faltas son más graves y los tormentos más atroces. Al final del camino, en el centro de la Tierra, tiene su morada Lucifer.
1º Círculo: El Limbo. Habitado por almas virtuosas cuyos dueños tuvieron mala fortuna de no estar bautizados: insignes paganos e infieles como Homero, César, Averroes, Eneas... Aquí "llantos no había, mas suspiros sólo".
2º Círculo: Lujuriosos. Minos juzga a los pecadores: estos tienen que descender tantos niveles como veces se enrolla con su cola el monstruo mitológico. En el mismo lugar, son zarandeados sin cesar por un vendaval aquellos que "la razón someten al deseo".
3º Círculo: Glotones. Quienes se dejan arrastrar por la gula están atrapados en el fango y soportan un temporal de nieve y granizo. Además, son desollados por Cerbero, un pavoroso perro de tres cabezas.
4º Círculo: Pródigos y Ávaros. Empujar con el pecho enormes piedras y chocar eternamente los unos contra los otros es el castigo para aquellos que gastan o acumulan bienes sin mesura.
5º Círculo: Iracundos. Los espíritus coléricos penan las cenagosas aguas del pantano Estigia. "No sólo con las manos se pegaban,/ más con los pies, el pecho y la cabeza,/ trozo a trozo arrancando los dientes", describe Dante.
6º Círculo: Herejes. Encerrados en tumbas abiertas, sufren el suplicio del fuego. En este nivel se sitúa la frontera entre los pecados cometidos sin intención y los ejecutados con alevosía.
7º Círculo: Violentos. Esta subdividido en tres recintos: los que atentan contra los demás chapotean en un río de sangre hirviendo; los suicidas reposan convertidos en árboles y arbustos secos, y los blasfemos, usureros y sodomitas moran en un desierto azotado por una eterna lluvia abrasadora.
8º Círculo: Fraudulentos. Seductores, estafadores, aduladores, hipócritas, magos... El poeta reserva diez fosas a quienes engañan con malas artes a sus semejantes. El escarmiento va desde ser enterrados cabeza abajo a sufrir a perpetuidad las picaduras de serpientes o latigazos de demonios.
9º Círculo: Traidores. No se puede caer más bajo. Los desleales acaban en las gélidas aguas del lago Cocito, barridas por las frías ráfagas del viento que levantan las alas de Lucifer. Este tiene tres caras, cuyas bocas mastican continuamente a Casio y Bruto, traidores de César, y a Judas, que vendió a Jesús.
Tras ella, los condenados son conducidos al averno a través del río Aqueronte por el anciano barquero Caronte, que no admite a Dante, ya que se trata de un hombre vivo. Virgilio le convence aduciendo: Así se quiere allí donde se puede lo que se quiere", alusión a que el viaje tiene beneplácito divino.
Una vez dentro, Dante descubre que el Infierno está formado por 9 círculos concéntricos donde los condenados sufren castigos en consonancia con los pecados cometidos durante su vida terrenal. Según descendemos, las faltas son más graves y los tormentos más atroces. Al final del camino, en el centro de la Tierra, tiene su morada Lucifer.
1º Círculo: El Limbo. Habitado por almas virtuosas cuyos dueños tuvieron mala fortuna de no estar bautizados: insignes paganos e infieles como Homero, César, Averroes, Eneas... Aquí "llantos no había, mas suspiros sólo".
2º Círculo: Lujuriosos. Minos juzga a los pecadores: estos tienen que descender tantos niveles como veces se enrolla con su cola el monstruo mitológico. En el mismo lugar, son zarandeados sin cesar por un vendaval aquellos que "la razón someten al deseo".
3º Círculo: Glotones. Quienes se dejan arrastrar por la gula están atrapados en el fango y soportan un temporal de nieve y granizo. Además, son desollados por Cerbero, un pavoroso perro de tres cabezas.
4º Círculo: Pródigos y Ávaros. Empujar con el pecho enormes piedras y chocar eternamente los unos contra los otros es el castigo para aquellos que gastan o acumulan bienes sin mesura.
5º Círculo: Iracundos. Los espíritus coléricos penan las cenagosas aguas del pantano Estigia. "No sólo con las manos se pegaban,/ más con los pies, el pecho y la cabeza,/ trozo a trozo arrancando los dientes", describe Dante.
6º Círculo: Herejes. Encerrados en tumbas abiertas, sufren el suplicio del fuego. En este nivel se sitúa la frontera entre los pecados cometidos sin intención y los ejecutados con alevosía.
7º Círculo: Violentos. Esta subdividido en tres recintos: los que atentan contra los demás chapotean en un río de sangre hirviendo; los suicidas reposan convertidos en árboles y arbustos secos, y los blasfemos, usureros y sodomitas moran en un desierto azotado por una eterna lluvia abrasadora.
8º Círculo: Fraudulentos. Seductores, estafadores, aduladores, hipócritas, magos... El poeta reserva diez fosas a quienes engañan con malas artes a sus semejantes. El escarmiento va desde ser enterrados cabeza abajo a sufrir a perpetuidad las picaduras de serpientes o latigazos de demonios.
9º Círculo: Traidores. No se puede caer más bajo. Los desleales acaban en las gélidas aguas del lago Cocito, barridas por las frías ráfagas del viento que levantan las alas de Lucifer. Este tiene tres caras, cuyas bocas mastican continuamente a Casio y Bruto, traidores de César, y a Judas, que vendió a Jesús.
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