"Si todo el mundo es periodista, ¿qué es el periodismo?"
Ignacio Ramonet

jueves, 22 de abril de 2010

Crónica de una búsqueda: Día 2

El Sol comenzó a dejar ver sus rayos a través de la ventana, el gallo empezó con su habitual cantata y los juglares saludaban al nuevo día al son de la música. Todo esto me hizo entender que era ya la hora de despertar y comenzar un nuevo día.

El almuerzo consiguió reunirnos de nuevo a los viajeros, unos viajeros intrigados y aterrorizados aún por qué sería lo que el camino nos deparaba, ese camino que hoy iniciariamos. A lo largo de esta búsqueda dispondríamos de la ayuda de un guía. Sin embargo, fuimos advertidos de que encontraríamos otros personajes dispuestos a echarnos una mano a lo largo del camino. ¿Qué dirección seguir? ¿qué herramientas utilizar? Puede que ellos pudieran ayudarnos.

Poco después de almorzar comenzamos a caminar. Era la hora de iniciar el trayecto y me encontraba plagado de fuerzas para afrontarlo. Poco tiempo transcurrió hasta que nos encontramos con un hombre. Se trataba de un tipo espigado y de ojos claros como las aguas del río. Nos estaba esperando, conocía nuestra causa. Sabía de nuestra búsqueda y, por ello, comenzó a caminar junto a nosotros mientras nos mostraba todos sus saberes acerca de cómo reunir nuestros recursos para avanzar, además de ilustrarnos acerca del mejor modo de utilizarlos. Fue una conversación realmente interesante en mi opinión, muy instructiva en cierto modo. Comimos junto a él mientras continuabamos escuchando todos los consejos del muchacho. Para terminar, se despidió obsequiándonos con un presente, un arcón. Este extraño artefacto nos permitiría almacenar ideas, recuerdos y conocimientos que pudiéramos encontrar a lo largo del camino. Agradecidos, aceptamos el regalo y nos despedimos del joven. Él quedaba atrás pero nuestro viaje debía continuar.

Tras la despedida, decidimos que ya era hora de establecer el campamento. Era tarde para seguir caminando. De esta forma, tras haber dejado atrás a nuestro nuevo amigo, acampamos, cenamos y charlamos brevemente sobre el primer día del trayecto. Sin embargo, no nos demoramos demasiado en acostarnos. Acabábamos de descubrir que los días serían demasiado duros de aguantar sin unas pocas horas de sueño...


miércoles, 14 de abril de 2010

Crónica de una búsqueda: Día 1

Era temprano. Aunque el aire era frío, podían empezar a contemplarse los primeros rayos de sol desde mi hogar. El sueño todavía pesaba pero lo único que rondaba mi cabeza era la idea de que el camino sería largo y el destino algo incierto. ¿Qué me depararía el viaje? ¿Cómo acabaría? ¿Sería duro? Todas esas dudas me asaltaban durante el trayecto al punto de reunión. Tras cruzar los verdes campos y las tierras donde nace el más dulce vino llegue, al fin, a la aldea que tantas veces antes había visitado. Un lugar en el que pasé mi niñez, jugando y aprendiendo de esa gente con la que compartí el camino. Pero el camino sigue y las tornas cambian. Ahora acudía en búsqueda de respuestas, de conocimientos, de darle una razón de ser a mis sueños.

Entrada la mañana llegamos al poblado. Nada había cambiado desde mi última visita. Me reuní, de nuevo, con los que, tiempo atrás, comenzaron esta búsqueda a mi lado. A lo largo de 6 días caminaríamos juntos por la misma causa. Nuestro objetivo era común, sin embargo, cada uno poseíamos distintas inquietudes, destintas formas de pensar, distintos temperamentos.

Más tarde, cuando el sol se situaba en lo más alto del firmamento, llegó el momento de reunirnos junto a quien nos había citado, aquel que nos guiaría en nuestra búsqueda de esperanzas y sueños. Al menos ese era mi principal objetivo. Su discurso de bienvenida dejo claro que teniamos una larga misión por delante y que no sería tarea fácil. Qué sucedería a partir de ahí sólo el destino lo sabría.

Caída la noche nos reunimos a la mesa y, junto al ansiado pan, bebimos y brindamos recordando anteriores aventuras, también por la que nos esperaba y por lo que ésta nos depararía pues, ante todo, nuestro espíritu ansiaba la aventura. Disfrutamos del calor de la hoguera y escuchamos con interés las noticias que cada uno de nosotros traía de sus lejanas tierras. Al término del banquete nos retiramos sin dilación a descansar, pues necesitaríamos del calor de las mantas y la comodidad del lecho para aguantar las brutales y arriesgadas pruebas que nos esperaban en el camino...