Hoy ha sido un lunes cualquiera. Aparentemente, nada lo ha diferenciado o destacado de los otros muchos que han compuesto mis largas semanas: una mañana tranquila, una comida rapida y asfixiante, un viaje soporifero hasta Leioa y unas clases de intermitente atención. Sin embargo, siento cierta resaca emocional que ningún otro lunes había sentido. En cuestión de horas bajé del cielo de las estrellas a la tierra de las duras realidades.
Y es que durante una noche, corta pero intensa, viví algunas de esas situaciones en las que eres aclamado y ovacionado allá a donde vas, sientes el calor de la gente y la pasión de la noche y vives la música que amas de la forma más desatada y alocada. Por una noche, sentí lo que es ser parte de ese mundo que llaman el Rock and Roll.
La licra y el cuero, las lentejuelas y las melenas, y un impactante maquillaje, la noche como compañera y el alcohol como aliado. Todo ello, con un impetuoso trasfondo de Rock and Roll provocó en mí el extasis de ser, por una noche, parte de una banda a la que admiro y con la que he vibrado de una forma incontrolable. Por una noche, sentí la capacidad de hacer vibrar a otra gente de las misma forma que yo lo he hecho.
Rock and Roll all night and party every day!!!
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