A veces, cuando estás a punto de tocar el cielo, de demostrar que eres grande, que tu meta es superior, un desequilibrio te hace caer de forma estrepitosa y contundente. Te baja de la nube y te devuelve a la realidad. Eso fue lo que sintió este domingo el Athletic y, en general, toda la afición rojiblanca. El Granada cortó la racha de once partidos sin perder que los Leones habían acumulado hasta el momento. Después de unos encuentros en los que se certificó que se podía competir a gran nivel contra los grandes del campeonato, fuimos a caer con el penúltimo clasificado del campeonato. Una dura lección para un conjunto que venía excesivamente crecido por los resultados encadenados y que cayó presa de ello.
El choque se antojaba como un dardo envenenado para el Athletic. Tras los buenos encuentros disputados contra Barcelona y, sobre todo, Sevilla, sin olvidarnos de la victoria contra el Atlético de Madrid, el conjunto bilbaino había demostrado su capacidad para desarrollar un gran juego de toque y presión a la altura de los más grandes. Sin embargo, fue contra un equipo replegado, encerrado atrás y basando sus posibilidades en el contraataque, el que recordara a los rojiblancos que no hay que descuidarse.
Los jugadores no cuajaron, para nada, un nivel cercano a lo que pueden mostrar en realidad. Javi Martínez fue de lo más destacable del Athletic, una vez más en la posición de central, demarcación que, por lo visto, ocupará gran parte del campeonato. El juego de los bilbainos estuvo marcado por las imprecisiones. En el centro del campo, Ander Herrera fue de menos a más pero jamás rallando al nivel que ha mostrado en otros encuentros. Iturraspe se mostró confiado en diversos momentos, Muniain no tuvo, para nada, su día, sin encontrar huecos en la maraña de jugadores granadina. Susaeta, que empezó el campeonato como un tiro, ha bajado su rendimiento considerablemente. Y los cambios no mejoraron en demasía lo visto hasta el momento. Gabilondo estuvo flojo en su llegada de segunda línea y David López apenas pudo contribuir, a excepción del lanzamiento de una falta envenenada. En un partido cerrado como el de ayer, eché de menos a Toquero, capaz de ahogar en la presión al equipo rival y forzar las imprecisiones en su defensa.
Es necesario sacar buenos resultados contra los rivales directos pero, sobre todo, no perder puntos con rivales, a priori, fáciles. Conjuntos que te ceden el dominio absoluto del encuentro y basan sus posibilidades en conseguir abrir la lata para después cerrarse atrás para amarrar el resultado. Y es que los de Bielsa no han sacado resultado positivo en cuatro encuentros en casa contra equipos que les han jugado de esta forma, siendo estos Rayo, Betis, Salzburgo y Granada. Si bien contra Rayo y Betis el equipo se encontraba en fase de adaptación, el encuentro del Granada ha reflejado en los Leones un juego marcado por la imprecisión, ansiedad por crear ocasiones y una impaciencia con el gol que nos hace perder, contra equipos medios-bajos de la tabla, unos puntos que pueden ser vitales a la hora de alcanzar unos objetivos que pasen por Europa.