"Si todo el mundo es periodista, ¿qué es el periodismo?"
Ignacio Ramonet

jueves, 17 de noviembre de 2011

Reclamo por la libertad en las calles

La situación se está volviendo incontrolable y, desgraciadamente, impredecible. Este pasado lunes la sangre inundó las calles del barrio bilbaino de Santutxu. Para quien no esté al tanto de lo ocurrido, un hombre de 31 años, de nacionalidad iraní, comenzó a apuñalar a todo el que se encontraba sobre las nueve y media de la mañana en la calle Zabalbide, en las inmediaciones de la parada de metro de Santutxu. Al compás de los atronadores gritos del gentío allí presente, empezó a reinar el caos durante unos minutos, como si de una cruenta película de terror se tratase. Por el camino, seis heridos y un fallecido al que todos lloramos mientras tratamos de entender cómo hemos llegado hasta aquí porque, definitivamente, algo no funciona.

Bijan, diagnosticado de una grave enfermedad mental por los profesionales de psiquiatría del Hospital de Basurto , fue reducido a duras penas por los valientes vecinos tras las brutales agresiones producidas. Según su hermano, el cual llevaba mayor tiempo residiendo en Bizkaia, le era recetada una medicación que se negaba a tomar. También declaró que el artista, que se dedicaba a vender camisetas hechas por el mismo a través de un blog, ya había tenido un comportamiento más extraño de lo normal en las últimas fechas.

Este no ha sido un suceso aislado. Hace unas semanas, en Palma de Mallorca, un gigante de origen nigeriano atacó a un hombre que paseaba junto a su mujer y su hija tras acusarle de ser "Batman" y de que iba a matar a su madre. El pasado 29 de Septiembre, otro hombre entró a una Iglesia y mató a tiros a una mujer embarazada mientras gritaba que tenía "el diablo detrás" instantes antes de autoinmolarse. Otro caso se produjo en Mayo cuando un varón de procedencia búlgara entró en una tienda de productos chinos y decapitó a una mujer británica de 60 años para, después, salir gritando con su cabeza en la mano gritando que era "Dios en la Tierra".

No sé hasta que punto es de tener en consideración el estado psicológico de estas personas. Cierto es que cuando alguien padece algún fuerte desorden mental no es consciente de la realidad pero esto no significa que tenga que convertirse en un peligro público. Gente que padece este tipo de trastornos debería tener un estrecho seguimiento de sus médicos así como de las personas más allegadas y, por supuesto, su situación no debe ser un impedimento para que caiga sobre ellos todo el peso de la ley tras actos llenos de semejante barbarie.

El suceso del lunes en Santutxu, ha provocado en ciertos sectores comentarios o actitudes racistas o xenófobas. Todos estamos en nuestro derecho de opinar libremente y más en casos que despiertan de forma tan directa nuestros sentimientos. Sin embargo, me gustaría destacar que este tipo de actos pueden ser realizados por cualquier persona, indiferentemente de su nacionalidad o procedencia. Con esto quiero decir que no caigamos en fáciles acusaciones, no empañemos con estas actitudes la ejemplar imagen que ha dado la ciudadanía bilbaina en su atención a los heridos y en su participación en la reducción del "perturbado". Desde luego, si algo positivo se saca de tan terrible horror es que todavía quedan ciudadanos dispuestos a arriesgar su propia integridad física por ayudar a otro miembro de su comunidad. Que estos macabros actos no sirvan para crear fracturas en nuestra sociedad sino que fomenten la imagen de una sociedad vasca unida por su seguridad. De la justicia se encargarán los tribunales.

La pregunta es, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? En un periodo en el que hemos dejado atrás el miedo al terrorismo en las calles no deberíamos tener que andar por la vida entre sentimientos de inseguridad y desconfianza. Hace falta, no tanto una mayor seguridad sino una mayor prevención de estos posibles brotes de locura que, en ocasiones, fluyen en nuestra comunidad. Otras soluciones harán falta y gente más cualificada tendrá que aportarlas pero, sin duda, el objetivo está bien claro: no podemos permitir que nos quiten la libertad de salir a la calle.

1 comentario:

  1. Entiendo que esta situación para alguien cercano a ella debe ser dura y realmente difícil. Es cierto que los responsables de cada sector no manejan las cosas como deberían. Que el sector de la sanidad en todos sus campos también se rija por esta norma es algo verdaderamente lamentable, totalmente de acuerdo contigo.
    Sin embargo, pienso también en las familias que han visto peligrar a sus miembros o que, directamente, les han tenido que decir adiós. En estos casos, no dudo que los enfermos deben pasar a disposición de quien deban para cumplir la sanción correspondiente porque, no lo olvidemos, hay víctimas mortales de por medio.
    Siento si te he ofendido pero creo que, como he dejado clara en mi conclusión, lo necesario en estos casos son unas prevenciones que, como has destacado, se las ahorran algunos de los de "arriba"

    Con todos mis respetos, un saludo.

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