Deseos no realizados abordan hasta el alma más satisfecha, lo que podría haber sido, lo que podría ser algún día si las cosas fueran diferentes y, por eso, cuando la vida nos trata con dureza, sentimos la tentación de ver, solamente, la felicidad en la vida de los demás. Sin embargo, dicha reacción es engañosa, pues cada vida tiene su propio peso, aunque quizá permanezca eternamente oculto para todo el mundo salvo para quien carga con el.
La verdadera realidad de las personas no está en una sonrisa, en una mera palabra o en un beso. Los pesares más profundos se guardan en el cajón más pequeño del armario del alma, quizá ocultos, quizá difícilmente apreciables. Sin embargo, lo que está muy claro, es que si quieres descubrir qué esconde una vida, debes rascar concienzudamente la superficie para llegar a ese cajón y, desde él, a la realidad.
Puede que comprender la complejidad de una vida te haga tener una razón de ser en un mundo caótico.
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